RECURSOS
Antes de comenzar el viaje a tu mundo interior, necesitas relajar el cuerpo.
Ten presente que es el vehículo del alma: al igual que alistas el auto antes de salir a la ruta, es necesario que prepares tu cuerpo para el ejercicio.
Descarga e imprime la imagen del laberinto (la encontrarás al final de esta página) y recórrelo con lo que te resulte más cómodo, un lápiz, un bolígrafo…
De este modo, calmarás los pensamientos y soltarás la tensión de tu cuerpo, dejándote llevar por el dibujo. Aquí hay una sola posibilidad y es que llegues al centro: tu centro.
Escribe ahora tu nombre completo en un papel, agrega tu fecha de nacimiento y colócalo en algún lugar visible para ti. Lo dejarás allí mínimo durante 30 días.
El sentido de este acto es recordar/reafirmar quién eres en este mundo. Medita a diario leyéndolo en voz alta una vez y luego cierra los ojos mientras respiras de manera consciente durante algunos minutos.
Deja que tu esencia haga el resto. Estás conectando lo que parece que eres con algo mucho más grande: lo que verdaderamente eres.
Ten a mano las siguientes preguntas y úsalas siempre que te sientas en una encrucijada emocional. No te preocupes si no surge rápidamente una respuesta, estás rediseñando la manera en la que te enfocas sobre aquello que necesitas.
Hasta aquí los pasos que ayudan a centrarte, no en el drama, sino en el rol del “observador”.
No tienes que hacer nada más tú solo, esto ya es un gran avance. Al formular estas preguntas, descomprimes la respuesta automática que realimenta el problema y comienzas a observar con atención y a desidentificarte de tu respuesta condicionada. Ya tendrás tiempo, si así lo deseas, de verlo en consulta.
Permítete jugar, hazte las preguntas y deja que la sorpresa surja.